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¿Por qué son así las procesiones? ¿Cuál es el origen de las cofradías? ¿Cuándo se celebró por primera vez Semana Santa? Estas son algunas de las incógnitas que se nos pueden venir a la mente al hablar de esta popular festividad.
Pese a ser complicado de establecer, el origen de la Semana Santa y de todos los elementos que la componen puede rastrearse en el tiempo. A continuación, encontrarás la respuesta a muchas de las preguntas que alguna vez te has hecho sobre la semana de mayor "pasión" del año.
Semana Santa y las procesiones: un origen milenario
Las primeras procesiones como tal ya se realizaban tanto en la Antigua Grecia como en el Egipto faraónico, cambiando cristos y vírgenes por dioses como Poseidón o Ra. Las llamadas “pompas” eran una forma de estas religiones antiguas de honrar a sus dioses. Esto pudo tener cierta influencia en el Antiguo Testamento, donde también se menciona a las procesiones.
La realidad es que las procesiones y actos litúrgicos que tanto caracterizan a la Semana Santa cristiana comenzaron a celebrarse de forma privada, lejos del espacio público. Esto se debe a que los primeros momentos de expansión del cristianismo fueron bajo el dominio del Imperio Romano. Unos siglos en los que los fieles eran perseguidos por renegar de la religión politeísta romana. Esto, por lo general, finalizó cuando el cristianismo se convirtió en la religión oficial.
En lo que era Hispania y en general en todo el Imperio las procesiones cristianas se popularizaron en los siglos III y IV, una vez la religión oficial pasó a ser al cristianismo, como ya hemos comentado. Las primeras se vinculaban a los mártires y tenían algunos componentes “paganos” que la Iglesia fue “filtrando”. Así, se fue eliminando todo vestigio de las religiones que antaño eran masivas. A la vez que ocurría esto, se fueron incorporando una serie de elementos de carácter militar, propios de las legiones romanas, que a día de hoy perviven en la mayoría de las procesiones.
Pero, realmente, el origen de las procesiones actuales se sitúa en torno al siglo XIII, con la llegada de franciscanos y dominicos a la península. En un contexto complejo, en el que las guerras y diferentes epidemias de peste asolaban Europa, estas órdenes religiosas procesionaban mientras se flagelaban, acompañados por alguna cruz o representación de Cristo crucificado. Era un momento en el que las ideas de la Pasión y la muerte de Jesús suponían el centro del ideario cristiano y no la resurrección. Podría decirse que se pasa de un culto gozoso a otro en el que el sufrimiento es clave.
Las flagelaciones eran un espectáculo verdaderamente dantesco. No fue hasta el siglo XVI cuando esta forma de procesionar entra en declive. Es entonces cuando aparecen unas procesiones similares a las actuales. A partir de este siglo es cuando la Semana Santa comienza a “institucionalizarse”, coincidiendo con la Contrarreforma que la Iglesia católica llevó a cabo buscando no perder fieles, que veían como una posibilidad el protestantismo de Lutero. La Pasión se comenzó entonces a reflejar en las imágenes que las diferentes hermandades paseaban por las calles. A partir del siglo XIX la forma de procesionar, el vía crucis, comenzó a incorporar bandas de música y estéticamente se asemejó a la actualidad.
El origen de las cofradías
El germen de las actuales cofradías o Hermandades se sitúa en torno a los siglos V-VI. En un primer momento, eran pequeños grupos que nacían con el objetivo de guardar las tumbas de determinados mártires o sus lugares de martirio.
En los siguientes siglos las cofradías tendrían un carácter laico. Eran una especie de “sindicados” o agrupaciones que buscaban salvaguardar los intereses de determinados colectivos. A lo largo del medievo aparecieron cofradías nobiliarias, gremiales, de esclavos. A partir del siglo XIII muchas de estas agrupaciones adquieren un carácter “penitencial” o “sacramental”, es decir, incorporan un componente religioso a su origen laico. Esto se debe a varios factores o hechos.
No sería hasta el siglo XV cuando las cofradías adquieren un carácter religioso. Desde este momento, además de apoyarse mutuamente en momentos difíciles y de defender unos intereses comunes comienzan a experimentar la Pasión de Cristo (la Penitencia). A partir de entonces, la imaginería comienza a abundar. Las cofradías permitieron a través de financiación propia que las imágenes creadas por autores de renombre como Alonso Berruguete o Alonso Cano se viesen por las calles de diferentes ciudades.
A lo largo de todo este proceso histórico aparecieron una serie de cofradías y hermandades que perviven a día de hoy. En Sevilla y Andalucía en general es donde mayor número existen. Pese a ello, curiosamente la más antigua es la de la Santa Caridad de Toledo, creada en 1085 por Alfonso VI con el objetivo de dar sepultura a los muertos que lo necesitasen. En la actualidad, esta cofradía es la encargada de sacar en procesión al Cristo de la Misericordia y Soledad de los Pobres.
Cabe mencionar una serie de hermandades y cofradías que procesionan de una forma “curiosa”. Por ejemplo, la Cofradía de Nuestro Señor Jesucristo (Valverde de la Vera, Cáceres). Esta es conocida como la de los “empalaos”, pues procesiona con penitentes descalzos y con una soga de esparto sujetando el cuerpo a un arado, muchos de ellos con sus manos atadas en forma de crucifixión. De Sevilla, más allá de la Macarena o el Cristo del Gran Poder destaca la “decana” Hermandad de la Vera Cruz, que además de poseer dos reliquias es conocida por la talla del Santísimo Cristo de la Vera Cruz. En Granada una de las más populares es la cofradía del Silencio, que procesiona de noche, en plena oscuridad y silencio, algo que impacta a todos los asistentes y que la ha convertido en una de las más populares de la ciudad.