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La Alpujarra granadina es con total probabilidad una de las zonas más interesantes de visitar de todo el país. Además de espacios naturales, buena temperatura o rincones de gran valor patrimonial e histórico podremos encontrar lugares en los que habitan brujas, dragones y otros seres mágicos.
Hablamos de Soportújar, un pueblo al sur de Sierra Nevada, donde la historia y la ficción se entremezclan. Sus leyendas y herencia le han dado una definición clara: el pueblo de las brujas.
El origen de un pueblo embrujado
La historia de Soportújar es larga y está llena de diversos acontecimientos muy característicos. Su origen data de época musulmana, en torno al siglo XIII. Con la conquista de Granada en 1492, la mayoría de la población se convirtió al cristianismo. Más tarde, consecuencia de la Guerra de las Alpujarras (siglo XVI), los conversos (moriscos) fueron expulsados. Ante el problema que suponía la despoblación, Felipe II inició una política de repoblación que atrajo a personas del norte peninsular a esta zona.
Estos colonos, llegados principalmente de Galicia, llevaron a Soportújar sus “ritos paganos”. Así, popularmente se comenzó a hablar de meigas, aquelarres y otros rituales nocturnos. Rumores que no parecieron trascender mucho más, probablemente por la presión que ejercía la Inquisición en aquel momento.
Todo esto pudo influir en que a los habitantes de Soportújar se les conociera popularmente como “brujos” y “brujas”. La realidad es que parece más bien una cuestión de motes y formas de conocerse entre pueblos de la zona. Independientemente de esto, en la actualidad el pueblo está lleno de brujas, calaveras, calderos e incluso un dragón o una serpiente gigante.
Una ruta de brujería
Actualmente las brujas han sido traídas a la vida en Soportújar. A partir del Proyecto Embrujo, todos los habitantes del pueblo junto con el Ayuntamiento han desarrollado una serie de labores que le han dado un toque “mágico” al pueblo. Todo con el objetivo de fomentar el turismo y hacer un poco más atractivo a los visitantes este rincón de la Alpujarra.
El patrimonio natural, paisajístico y cultural de la pequeña localidad se ha revalorizado de forma importante. Buena culpa de esto la tienen la mejora y el enriquecimiento de lugares emblemáticos, que se han tematizado bajo la idea de la brujería y la magia.
Justo en la entrada del pueblo ya se encuentra la Cueva del Ojo de la Bruja, una entrada que sirve de anticipo a lo que nos encontraremos en la población alpujarreña. Dentro del pueblo destacamos el mirador de la Era de los Aquelarres y el del Embrujo, la cabeza de la bruja Baba-Yaga y su casita o el pozo de los deseos. También la fuente del Dragón, cuyas aguas favorecen la fertilidad de toda aquella persona que las beba.
Sus leyendas cobran vida en dos momentos señalados del año. Es entonces cuando las brujas salen a la calle y los aquelarres pueden verse con claridad. El primero es durante toda la noche del 31 de octubre (Halloween), cuando personajes de terror y brujas toman las calles. El segundo es la Feria del Embrujo, que tiene lugar durante una semana en el mes de agosto. Durante estos días, las luces del pueblo se apagan y la iluminación solo se origina a través de antorchas. Tambores, diablos, música, máscaras y disfraces conforman una “verbena rural embrujada” en plena Alpujarra.
Un paraje natural, un monasterio budista y una gastronomía increíble
Además de todo lo comentado, más allá de las brujas, destaca el entorno natural en el que se sitúa el pueblo. Diversas rutas de senderismo, montañismo y otras actividades al aire libre pueden realizarse en este espacio privilegiado, junto a Sierra Nevada.
También, dentro del término municipal, se encuentra el Centro Budista O´sel Ling. Un lugar de retiro fundado por monjes budistas tibetanos. A 1.6000 metros de altura, es un espacio donde respirar aire puro y desconectar de todo lo mundano en plena naturaleza.
Todo ello se acompaña por una gastronomía de lujo. Comer en Soportújar y en cualquier lugar de la Alpujarra granadina implica una sola cosa: calidad.
En definitiva, Soportújar es un lugar por descubrir que nos ofrece todo lo que un buen viajero puede demandar a día de hoy: naturaleza, tranquilidad, interés cultural y una diversidad increíble de actividades. Es un entorno al que escaparse un día, un fin de semana o al que dedicar todas las vacaciones. Está claro, no hace falta ningún embrujo para enamorarse de la zona.