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Madrid fue una de las ciudades que más sufrió la Guerra Civil española (1936-1939). El conflicto entre sublevados y republicanos, que constituye una de las páginas más importantes de nuestra historia reciente, tuvo como uno de sus escenarios principales las calles de la capital.
A lo largo de 3 años, la ciudad padeció una serie de daños en diferentes aspectos (social, patrimonial, económico…). Muchas de las “marcas” consecuencia de esta situación son visibles a día de hoy, otras deben de ser vistas de una forma más imaginativa. Desde el Museo del Prado hasta la Ciudad Universitaria, cada rincón de Madrid puede retrotraernos a tiempos de este conflicto.
La ciudad era el frente
La Guerra Civil en Madrid presentó unas características únicas en toda la península. El frente se situaba a escasos metros de la propia ciudad. De hecho, podría decirse más bien que estaba dentro de la misma. Esto significa que restos de trincheras, impactos de balas y obuses pueden verse dando un paseo en la actualidad.
La Ciudad Universitaria es uno de los espacios con más restos del conflicto. Esta zona de la ciudad se convirtió en un frente enquistado, sin avances. También hubo combates en Goya o Carabanchel, barrios en los que las trincheras fueron las calles y los edificios lugares desde donde disparar o protegerse.
La realidad es que mientras la República intentaba resistir bajo el lema de "no pasarán", Madrid colapsaba poco a poco. El paisaje se había transformado en una mezcla de edificios destruidos, colas para obtener alimentos y propaganda diversa. En este panorama, también había corresponsales extranjeros. Muchos de ellos se alojaban en hoteles como el Florida, ya desaparecido y que a día de hoy es el edificio del Fnac de Callao. Otros hoteles aún en pie, como el Ritz, fueron usados como hospitales o incluso morgues. Estos son algunos ejemplos de cómo la funcionalidad de edificios y espacios cambió radicalmente.
Vivir entre la guerra, una costumbre de tres años
Los restos del conflicto no solo quedaron presentes en edificios y calles. Vivir tres años bajo bombardeos y escuchando obuses tuvo unos efectos importantes en la población. Una serie de secuelas psicológicas que marcaron la vida de miles de personas.
Las fotografías de aquellos momentos nos muestran la dura situación. Niños jugando junto a impactos de bala o gente realizando la compra en torno a socavones producto de los bombardeos. La vida seguía entre un terror que parecía no acabar. Los refugios antiaéreos se construían sin parar, siendo el metro el mayor de ellos. Mientras tanto, la gente acabó comiendo perros, gatos u otros animales de la ya extinta Casa de Fieras.
A todo esto hay que sumar el conflicto interno que vivía la ciudad. La llamada “quinta columna”, compuesta por partidarios del alzamiento que residían en Madrid, aumentó mucho más la psicosis y el miedo entre la población. El hecho de pensar que tu propio vecino podría dispararte por tus ideas era otro de los factores que hacían de la capital un horror.
El arte y el patrimonio se salvaron
Mientras la ciudad iba quedando reducida a escombros día tras día, el gobierno republicano decidió defender el patrimonio artístico. Gran parte de las obras del Museo del Prado fueron trasladadas a otros puntos del país como Valencia. Otras se intentaron proteger de la mejor forma posible.
Las diferentes fuentes y esculturas que inundan las calles de la capital fueron también protegidas durante la Guerra Civil. Sin estos esfuerzos, probablemente hoy Madrid no sería igual. Las fuentes de Cibeles, Neptuno o Apolo fueron resguardadas con sacos de tierra y estructuras de madera, quedando convertidas casi en montículos de arena. Por otro lado, esculturas como la de Felipe IV en la Plaza de Oriente (diseñada por Velázquez), se protegió con un armazón de ladrillos espectacular. Ocurrió algo parecido con la estatua de Felipe III en la Plaza Mayor. Obras de ingeniería de unas dimensiones espectaculares que han permitido que diversas obras lleguen a la actualidad.
No tuvieron la misma suerte otras esculturas. Es el caso de la de Lope de Vega en la Biblioteca Nacional, que quedó gravemente dañada. También quedó en parte derruido el Monasterio de las Descalzas. Estos son dos de los muchos casos de daños sufridos por el patrimonio artístico. Unas “marcas” visibles aún en la actualidad
En definitiva, podemos afirmar que la Guerra Civil española tuvo unas consecuencias enormes en ciudades como Madrid. La capital experimentó cómo sus calles cambiaban, sus edificios quedaban derruidos y su gente moría o vivía en un horror constante. Todas estas señales, marcas y símbolos pueden verse a día de hoy. Sus calles son un viaje a través del tiempo hacia uno de los momentos más traumáticos de nuestra historia reciente.
La mejor manera de adentrarse y conocer más a fondo lo ocurrido, de una forma amena e interactiva es a través del Tour virtual sobre Madrid en 1936 o de la Visita guiada por el Madrid de 1936 y sus huellas de la Guerra Civil