Yacimiento arqueológico del Cerro de la Encina

El Cerro de la Encina es un yacimiento arqueológico de la cultura argárica y de finales de la Edad del Bronce (2000 – 900 a.C. aprox.). Se trata seguramente de uno de los núcleos principales de población argárica que hubo en la provincia granadina.

Se alza sobre una colina y sus laderas a 780 m s. n. m., en el margen derecho del río Monachil. Esta población dominó la vega de Granada y el valle del Monachil. Aquí podían explotar los recursos naturales de las tierras fértiles y de Sierra Nevada.
 

Este poblado del Cerro de la Encina se extendió en gran parte de dicho cerro en el que se halla, incluyendo la ladera del norte en torno a la depresión central. Sólo una pequeña parte del yacimiento es la que se ha excavado hasta hoy.
 

Según los estudios llevados a cabo, se han identificado varias fases periódicas. J. J. Eiroa estableció su orden de la siguiente forma:

• I o de transición calcolítico-argárica.
• II o de Argar antiguo, correspondiéndose con la fase I avanzada.
• III o de Argar pleno.
• IV o de Argar tardío, que se corresponde con la fase IIb del cerro, donde se aprecian cambios socio-materiales y transición a la Edad de Bronce final.

El asentamiento se protegió con una muralla y varios bastiones de piedra, como era habitual en su época. Las viviendas del poblado se construyeron a base se muros de adobe o tapiales, mayormente de planta rectangular. Algún edificio del poblado si tenía planta absidal.
 

De entre las estructuras que se descubrieron en las viviendas caben señalar empedrados, contendores de lajas de pizarra o enquisto, bancos de piedra y bancos de molienda. Los molinos eran de enquisto con superficie abarquillada ligeramente. Sobre ellos se deslizaba una mano de molino que era también de enquisto o de cuarcita para triturar el grano y verterlo en un recipiente de cerámica. Un dato interesante es que esta labor de molido era mayormente realizada por las mujeres del poblado, según las deformaciones en las articulaciones de sus esqueletos.
 

Las investigaciones llevadas a cabo determinaron que en el Cerro de la Encina existió una estructura social jerárquica, militarizada y desigual de la población argárica. En la parte elevada del poblado se identificaron enterramientos cuyos esqueletos se acompañaban de los ajuares más ricos.

En general, las sepulturas argáricas se caracterizaban por realizarse en el subsuelo de una habitación de la vivienda. Consistían en fosas simples excavadas, en covachas que se cerraban con losas de piedra, en cistas con lajas de piedra o en muretes de mampostería. De las ofrendas funerarias que se encontraron destacan los aretes, las copas argáricas, los brazaletes de plata y cobre, punzones y varios cuchillos-puñales.

Cabe mencionar que esta zona elevada era la que estaba más fortificada que el resto.

Ya en la fase III del Cerro de la Encina, que se corresponde con el Bronce final (aumento de intercambios comerciales con los Tartessos, el levante, valle del Ebro y colonias costeras fenicias) se detectaron los primeros indicios arqueológicos orientales. Las viviendas familiares tenían una superficie de 40 metros cuadrados en planta redonda u ovalada. Aún no se ha descubierto la necrópolis de esta fase.